sábado, 8 de marzo de 2008


Cuando salió el sol
a ti ya te escocían los ojos.
Veías sacar a los niños a pasear
y querías imitar el compromiso.
Tenías un perro.
Tratabas de decir amor
decías odio,
la palabra estallaba en tu boca
como una despedida,
adiós,
lo primero que decías
y solo te quedabas si podías
beber y destruir un poco
los sueños
rebentándote los tímpanos.
La enfermedad parecía un consuelo
entre tanto abandono.